Dialogo clásico
_ ¿Hijo por que estas
con ese traje de tela roja, pareces un pordiosero?
_ ¡Madre, me voy! _ Dice
Juancho con voz triste.
_ Hijo…pero….
_ No madre, no insistas,
he sido un mal hijo, tú lo sabes _ Responde Juan, mirando toda la sala con
nostalgia.
_ Si te vas, yo me muero
Juancho _ Dice la madre, con la voz quebrantada.
_ Madre, no vayas a
llorar por favor, y comprende que soy un mal hijo y que te he fallado varias
veces.

_ Lo sé, pero no
quisiera que sufras mas, mira la sala, casi no hay objetos; porque todos los he
vendido para el consumo de…
_No digas mas Juancho,
hijo, si lo has vendido, que se va hacer, compraremos nuevamente muebles, y tu
ahora si estudiaras y serás alguien en la vida.
Los ojos de la madre de
Juancho se tornan esperanzados.
_ Qué más quisiera yo _
responde Juancho_ pero ya tengo 36 años, y nunca he estudiado nada, y si lo
hice me quede a la mitad. La droga, las malas juntas, las mujeres me llevaron
por el camino del mal. Pero sabes madre… Estoy arrepentido y estoy dispuesto a
cambiar, pero sé que en este lugar no podre hacerlo. Debo irme.
_ Donde te irás hijo,
¡¿dime donde!? _ la madre, rompe en llanto.
_ Donde nadie sepa nada
de mi _ Juancho también llora.
_ Porque eres ingrato
hijo. _ Dice la madre, sentándose rendida en el mueble.
_ Perdóname madre. Pero
ya tome una decisión. No quiero llegar a los 40 años; sin haber hecho algo.
Sabes…nunca te lo he dicho, pero desde que murió papá…
_ Hijo, eso sucedió,
cuando apenas tenias 8 años, que tiene que ver tu padre en este asunto.
_ Mucho madre, por que
cuando el falleció, el mundo se me hizo añicos. No había día de paz en mis
noches, ni alegría en mis días. Me torne silencioso y muchas veces agresivo
conmigo mismo. Jure que pronto me reuniría con él, pero no me atrevía a…
_ ¡Basta hijo!... ¡No
sigas, por favor!
_ Ese tiempo odie a la
humanidad, a los hombres, mujeres, animales. Comencé asesinando palomas, luego
gatos y perros, me los comencé a devorar. ¡¿Acaso no te acuerdas del olor
pestilente que emanaba de mi cuarto?!
_ Yo creía que era…el
olor de esa droga maldita que te metías _ la madre agacha la cabeza.
_ Siempre creías mal, me
malcriaste, no supiste dirigirme, ayudarme, aconsejarme. Tú solo llorabas y
luego te ibas a jugar a las maquinitas. No sabes lo solo que me sentía.
_ Pero te di todo lo que
querías.
_ Eso no era la
solución, sino era el problema.
Juancho se mira al
espejo, saca su pañuelo y se limpia sus lágrimas.
_ Las cosas materiales
era lo menos importante. Mis emociones pedían auxilio. Y creí encontrar calma
en la marihuana, coca y éxtasis. Pero solo encontré caos, y entonces mi vida se
derrumbo más.
_ Pero hijo, tu ya eras
grande, debiste haberte dado cuenta, de que las drogas no te llevarían a nada
bueno…
_ Era la única forma de
llenar mi soledad, de sentirme alguien, de calmar mi ansiedad.
_ Hijo perdóname, si no
estuve contigo en esos momentos tristes, yo también sufría_ la madre seca sus
lagrimas con la manga de su chompa de lana.
_ Si, por eso, ahora
comprendo que te ibas a los tragamonedas…en fin…no sabes cuantas veces
invoque a mi padre a que me venga a ayudarme y sacarme del infierno en el que
había caído.
De pronto tocan la
puerta. La madre la abre con la mano temblorosa. Era Guille, hermano de
Juancho. Ingreso alegre, pero al ver a su madre y a Juancho tan emotivos.
Pregunto a su madre.
_ ¿Qué pasa aquí caray?
Que pasa huevas, por qué haces llorar a la mamita, ¿no sabes que ella sufre del
corazón?
_ Guille me voy.
_ Ya ta bien pe, ya era
hora, vamos te hago carrerita en mi taxi. Eso si eh, pagas la guita, como debe
ser pe.
_ Ves madre, como Guille
entiende y tu no.
_ Es que él es bromista
hijo, tu lo conoces, nunca habla en serio_ Dice la madre, retorciendo sus dedos.
_ A todavía me ataca,
mamita linda, así no es pe, más que la defiendo…madre ya deja de estar triste,
si este huevas se quiere ir, que se vaya pe, saque su línea, ya mucho problemas
nos ha dado, primero con la grifa esa que se mete, segundo que todo ha
estudiado y nada ha terminado, ta bien pe que yo sea el mayor por 6 años, pero
tampoco la voy a ser de papá eterno. Ah y tercero que nunca ha aportado nada pa
la jato. Y usted ha visto que lo he querido ayudar muchas veces.
_ Si madre, Guille tiene
razón, me han querido ayudar pero yo jamás puse de mi parte _dice Juancho
viendo a su hermano que abrazaba con cariño a su madre.
_ Y donde te vas
hermano, ahora si hablando en serio, porque a la merfi que yo no creo que te
vaya a ir.
_ Bueno…he decidido
entregarme a la espiritualidad.
_ Ah ahora entiendo
porque estas con esa túnica. Entonces si va en serio la cosa. Pensé que te
habías drogado y se te metió la locura de vestirte así. ¿Y qué…te vas con los
Hare Krishna?
_ No, con los
ascetas…hoy partimos para El Tíbet.
_ Hermano, ni pienses
que te daré pal pasaje porque estoy recontra misionero.
_ No te preocupes
Guille, he llegado a un acuerdo con los ascetas. Primero fue; el de no drogarme
y lo he cumplido, hace 2 meses que no lo hago, segundo, que seré quien limpie
el lugar en donde ellos estén y lave sus ropas, y tercero que seré quien
toque la flauta todo el día. Gracias a Dios, nuestro padre nos enseño a tocar
la flauta muy bien.
_ A mi ya se me olvido,
pero bueno, así que te vas con los ascetas y ellos se encargaran de pagarte el
viajecito ese, ¿verdad?
_ Nadie pagara nada,
llegaremos al Tíbet con la caridad que nos dará la gente. Tenemos fe en las
personas. Cuida a mamá.
_ ¡Hijo no te vayas…por
favor!
La madre rompe en
llanto, Guille la abraza con fuerza y con el ojo le dice a su hermano que se
vaya de una vez. Juancho agarra su mochila verde, la abre, y saca el retrato de
su padre enmarcado en bronce y lo pone sobre la mesa de la sala. Ve a su madre
que sigue llorando. Siente un profundo dolor en el pecho, pero entiende
que es su primera prueba como asceta, el de aceptar que solo el dolor lo
llevara al cambio, ya sea para bien o para mal. Juancho decidió cambiar ahora,
para bien. Corre hacia la calle en busca de su nueva familia.